Hace unos días estaba leyendo un artículo del diario, y mientras me lavaba los dientes antes de irme a dormir, se me ocurrió escribir algo al respecto. Ahí va.
La historia de la humanidad tuvo instantes de gloria
- la invención de la escritura (para compartir ideas con pensadores que murieron hace miles de años)
- la creación de las primeras bibliotecas (para acumular el conocimiento, investigar y gestar nuevos paradigmas)
- la invención de la imprenta (para llevar el saber a los que no podían ir a las bibliotecas)
- la creación del primer sistema que incorpora todas las virtudes de todos los anteriores, y nos conecta sin importar nuestro credo, color de piel, sexo o nacionalidad
Para cada uno de estos hitos culturales, también existió su contrapartida.
- en sus orígenes, la lectura y escritura se circunscribían a elites de sacerdotes y administradores
- las bibliotecas sólo permitían el acceso a un selecto grupo de sacerdotes, monarcas e intelectuales
- la impresión, traducción y distribución de libros estaba limitada por listados de libros prohibidos (incluso hasta 1966)
- Internet es diariamente vigilada, controlada y restringida por gobiernos y otras entidades (como el gobierno de China y las discográficas)
En este caso particular, el gobierno chino se atribuyó el derecho de condicionar los servicios de Google porque aparentemente, “no lucha suficientemente contra la pornografía”. Será que para luchar contra la pornografía hay que prohibir el uso de cámaras y videograbadoras? Tendrá Google que salir a quemar las oficinas de Playboy y la biblioteca Nacional de China para destruir las obras del Marqués de Sade? No vamos a ponernos a definir qué es pornografía, porque su definición cambia con el tiempo (hubo una época en que El beso de Rodin era considerado pornográfico), y porque resulta evidente que el objetivo del gobierno chino no es más que censurar la información que pone a la vista de todos aquello que intentan ocultar.
Cuál es entonces el peligro de la pornografía? Su verdadero peligro es el de ser empleada como pretexto para perjudicar a la sociedad de maneras mucho más nocivas, creando barreras a la comunicación en un mundo que ni siquiera es real, que creció gracias a que no tiene límites y que seguirá desarrollándose siempre y cuando se sigan respetando los derechos y libertades de sus usuarios. Somos ciudadanos de un país que nos pertenece, un país que atraviesa elegantemente las ilusorias fronteras internacionales, que nos acerca, relaciona y enriquece. Es hora de hacer valer nuestro derecho de libertad de expresión, un derecho tan humano como universal. Voltaire decía “No comparto lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo.” . Hoy tenemos excelentes herramientas para decir y escuchar, y si queremos seguir usándolas, tenemos que usarlas, valorarlas, respetarlas y defenderlas.
Que no nos pase lo mismo que a China; en NicAr ya hay una División de Delitos en Tecnología y Análisis Criminal. Si hay alguien que está infligiendo la ley en el mundo real, estoy de acuerdo en que debieran arrestarlo en el mundo real. Si la policía hace su trabajo en el mundo real, entonces no es necesario una división especial de la policía para vigilar y controlar a cada usuario “por las dudas” que ese día justo se le ocurra salir a sacar fotos pornográficas. Quién vigila al que nos vigila? Nadie. Por lo tanto, mejor que no nos vigile nadie, que estábamos muy bien antes de la creación de estas nuevas “divisiones”. Además, según Microbost, en la Policía Federal Argentina, tienen problemas con el alcohol.
En definitiva, cada vez que el progreso de la ciencia pone en nuestras manos nuevas herramientas para desarrollarnos individualmente y como comunidad, surge un antagónico intento de censura. Lleva algún tiempo distinguir estas barreras, pero a la larga, estas infructuosas limitaciones se ven erosionadas por el tiempo y el sentido común de la gente común, que sigue apostando a compartir sus ideas, porque es esa la única manera de seguir creciendo.
Aquí podrás acceder al artículo de China limitando el acceso a la información.
Al margen, les recomiendo los minuciosos listados de libros prohibidos. Si en el pasado muchos los consideraban peligrosos, es porque seguramente vale la pena leerlos 🙂
Addenda 20210812: Una noticia que compara las solicitudes para vigilar comunicaciones electrónicas asociadas a actividades criminales observa que durante cada uno de los años 2009 a 2019, el porcentaje de las solicitudes de vigilancia asociadas a la pornografía infantil fue siempre menor al 0.2% y en la mitad de los casos (como durante 2009, 2019, 2011, 2014 y 2019) del 0.1% . La noticia se basa en cifras oficiales publicadas por el gobierno alemán.