Estaba leyendo el blog de la inigualable Beatriz Busaniche, y me encontré con una historia remarcable.
Resulta que en la USAL (Universidad del Salvador) despidieron a la profesora Paola Raffeta por participar en la organización Apostasia Colectiva. En la carta de despido dice que: “Motiva esta decisión sus expresiones públicas sobre apostasía y sus juicios adversos a la Iglesia Católica aparecidos en el Diario Crítica del 31 de marzo de 2009.” En la página de Bea figura una digitalización de la carta de despido para que saquen sus propias conclusiones.
Personalmente, creo que cualquier universidad puede establecer ciertas normas y códigos de conducta, normas que sólo pueden aplicarse dentro del ámbito universitario. Ninguna institución educativa puede ni debe inmiscuirse en aquello que fuera de ella hagamos. No le compete. El compromiso para con la universidad es académico. Si la universidad del salvador despide a una profesora por lo que piensa y hace fuera de la universidad, con ese mismo fundamento, cualquier otra empresa estaría en condiciones de efectuar un despido con justa causa en basándose en:
- lo que sus empleados escriben acerca de los libros que leen
- el tenor y cantidad de alcoholes que legalmente adquieren e ingieren
- las fotos que publican en redes sociales
- la pertenencia a otras agrupaciones de interés
La apostasía no se opone a la doctrina católica; es sólo un medio formal de desafiliación religiosa. No tiene nada que ver con estar a favor o en contra de la religiosidad, es sólo un proceso, un trámite que elimina los datos del individuo de los registros de la organización religiosa. No es una excomunión, no es una herejía, es un simple trámite administrativo, tan simple como la desafiliación de un partido político, o de tu video-club de la esquina.
Este trámite nada tiene que ver con las creencias y actividades religiosas que cada individuo decide llevar a cabo. Este trámite no le impide seguir creyendo en lo que desee ni le impedirá rezar todas las noches antes de irse a dormir.
Expresado de esta manera, no debería haber ninguna razón para despedir a una profesora, pero pareciera que poder elegir qué organizaciones pueden usar nuestros datos personales tiene otros efectos que algunos preferirían mantener en la oscuridad.
El problema no es el trámite en sí, ni sus implicancias religiosas en el reino de los cielos, sino más bien, sus consecuencias políticas en el ámbito terrenal. Si una organización religiosa (no dije religión, dije organización religiosa) pierde el registro de sus seguidores, pierde también con ellos su poder de representatividad y los beneficios que lo acompañan.
Creo que todo aquello que nos ofrece alternativas brinda mayores libertades, y creo que toda libertad es una oportunidad para elegir. Si te quitan la posibilidad de elegir, te quitan la posibilidad de crecer, y lo que es peor, de asumir la responsabilidad de tus propias decisiones.
Si considerás que otras personas deberían enterarse, podés votar y publicar el artículo en las redes sociales como Digg y otras que figuran en este blog.
Si te interesa la apostasía en otros países, podés visitar Humanists International.